lunes, 13 de mayo de 2013

CESAR BURI: IMAGINACION, HABILIDAD Y SENCILLEZA

Bujías, motores, tubos, latas, pernos, discos de vinil, platos, pastillas de frenos, manillas, aros, escapes y más partes de autos, motos, bicicletas y de objetos usados son los elementos con los que César Buri elabora sus esculturas y piezas decorativas.
El “maestro” Buri como le conocen sus clientes, es oriundo de Taday. Nació en 1944, desde su niñez está dedicado a la herrería, pues le ayudaba a su padre desde los 12 años. Fue ahí donde descubrió su habilidad con el acero y la chatarra.
A los 18 años mientras cumplía su servicio militar se hizo pasar por soldador, ahí entre risas de sus amigos y compañeros perfeccionó su destreza y habilidad en la soldadura.
Todos los días le tocaba forjar el hierro para parchar armas deterioradas y equipo de combate como camiones, vehículos, carruajes y helicópteros.
Su primer objeto elaborado fue un sello para la marca de zapatos llamado “calzado corona”, posteriormente le contrataron otras marcas de zapateros de Azogues como “movilínea” y “modelo” en los cuales estaban estampadas sus iniciales.
A lo largo del tiempo César Rodrigo ha elaborado cientos de piezas en hierro, bronce y madera, los cuales se exhiben en su local ubicado en el sector sur de la ciudad, en la calle Simón Bolívar, y otras esculturas han sido destinadas a la Casa de la Cultura del Cañar como muestra de gran valor histórico-artístico de la ciudad y la región.
Sus obras más importantes son puertas y ventanas de la iglesia de Cojitambo, con un estilo neoclásico que se modulan perfectamente a la forma de la basílica. Otros objetos de gran valor que se le pidió hacer fueron “las llaves de la ciudad” por parte del presidente de la Casa de la Cultura, para ser entregados a funcionarios que aportan a la cultura y crecimiento físico de Azogues.
Alrededor de 2 000 mil piezas coleccionadas y creadas adornan su propio museo de arte pre-colombino, colonial y contemporáneo con objetos de valor histórico-estético, como huevos de aves petrificadas de hace miles de años, un cráneo de aborígenes incas que data de 600 años de antigüedad, monedas y billetes de toda la historia del Ecuador. Hachas de piedra y cobre, maquinas de escribir y de coser de principios del siglo XIX, candeleros, carretas, piedras y maquinas de moler, lámparas de kerex , herrajes, reverberos, arados, bateas de lavar oro, vasijas y ollas de barro, fusiles, espadas, estribos de bronces, escopetas, cedazos, arneros, chicotes, perras de cuero que se utilizaban para llevar licor de caña en los años 60 y 70 y muchos mas objetos de gran valía que configuran el pasado con el presente, y rompen esquemas entre lo cotidiano y lo extravagante.
El objeto de mayor valor simbólico para el reconocido artesano Cesar Buri es una figura de un anciano que lo elaboró de un tronco. Este objeto de madera, recuerda, fue el primero, por la pena por su hijo le acongojaba, ya que viajó a los Estados Unidos.
Otro objeto de gran valor económico es un sable de la época de la colonia, el cual está valorado en mil quinientos dólares.
Una de las mayores alegrías para el artista fue la condecoración que recibió como uno de los primeros artesanos de la ciudad por parte de la Casa de la Cultura, eso le llenó de emoción y era un premio a tanto esfuerzo y servicio desplegado durante 63 años.
César Rodrigo Burí es un ejemplo de humildad, de lucha y esfuerzo por su singular forma de ver la vida y con sus manos dar forma a su destino, sin esperar nada a cambio, sino solo vivir y disfrutar cada momento como si fuera el último día de su existencia. (PV)

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