lunes, 15 de abril de 2013

DIA DEL MAESTRO ECUATORIANO

En la historia ecuatoriana se registra que, desde el 29 de mayo de 1920, se celebra el día clásico del Maestro. Gobernaba el país, en ese entonces, el Dr. Alfredo Baquerizo Moreno, quien emitió el Decreto que consagraba el 13 de abril de todos los años como día del Maestro.
Quienes desempeñan esta nobilísima misión viven, en su alma, la alegría y los recuerdos de trabajar en bien de los niños y los jóvenes, que son el futuro de la patria. Los Maestros piensan para sí: “En mis manos está el porvenir el niño y del joven que será, más tarde, un sabio jurisconsulto como Víctor Manuel Peñaherrera, o un famoso historiador como Federico González Suárez, o un benemérito patriota como Luis Felipe Borja, o un polemista y célebre literato como Juan Montalvo Fiallos, o un santo y sabio como el Hermano Miguel de las EE. CC, quienes han sido proclamados como Patronos del Maestro Ecuatoriano”.
Es indudable que el trabajo del magisterio nacional es uno de los más sacrificados y silenciosos en bien de las futuras generaciones. Por otra parte, hay que reconocer que el profesorado ecuatoriano ha vivido y vive una constante renovación espiritual, poniéndose al día con las nuevas corrientes pedagógicas, para cumplir con más eficacia su apostolado.
Nos es placentero transcribir, a continuación, lo que dice el Periodista y Profesor Humberto Oña Villareal: “Maestro tu cruz es la incomprensión, traición e ingratitud. Por allí te asomarán fariseos, con intrigas y calumnias, soslayando tu obra con fines preconcebidos. No importa que tus amigos de ayer se vuelvan tus verdugos. Seguirás la senda del Maestro de los Maestros, resucitando altivo y majestuoso: éste es el deseo que te auguramos en tu día clásico”.
Nos complace, así mismo, dar a conocer a las nuevas generaciones el poema “Al Maestro”, que publicáramos en nuestro folleto “Parcela del Soneto”, en 1972, y dice así:
“Al Maestro/ Maestro, gran artista sacrificado,/ de Sócrates y Cristo vas por la ruta,/ por eso que tu crimen de haber sembrado/ lo expías igualmente: cruz o cicuta./ Pero, bendice y ama tan alto sino,/ pues, nadie bajo el cielo va a superarte;/ ser todo al mismo tiempo: luz y camino, /verdad y vida, antes de eternizarte./ ¡Jamás exhales quejas en tu existencia,/ guarda impoluto el cáliz de tu conciencia,/ cuidando que tu paso no se desvíe!/ Sé altivo, justo, sabio, noble, muy digno,/ que la modestia sea tu mejor signo,/ y, a pesar de los malos, siempre sonríe!...”.
Germán León Ramírez

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